Última actualización el octubre 1, 2023
El trading de créditos de carbono es un mecanismo que forma parte de las medidas para acelerar la acción contra el cambio climático y promover prácticas más limpias.
Después de que los científicos dejaran claro que el ser humano es la principal causa del cambio climático, las empresas empezaron a plantearse cuestiones sobre la sostenibilidad de sus operaciones.
El caso es similar a nivel nacional. Como muchos gobiernos de todo el mundo no querían embarcarse en el viaje hacia la reducción de emisiones, empezaron a buscar formas de compensar sus emisiones sin dejar de hacer negocios como de costumbre.
Una herramienta popular para ello es la libre distribución y el trading de cuotas de emisión.
Este artículo se profundiza en la evolución de los créditos de carbono y en cómo las naciones y las empresas han colaborado para adoptar prácticas más limpias en aras de un planeta más sostenible.
La historia de los créditos de carbono
Ronald Coase, economista galardonado con el Premio Nobel en 1991, fue el primer defensor del trading de créditos de carbono en los años sesenta.
Su contribución más famosa es el teorema de Coase, centrado en las externalidades del trading. Las externalidades son beneficios o gastos de una parte económica que no sufre ni disfruta la misma parte. Como resultado, esos beneficios o gastos son disfrutados o sufridos por un tercero que normalmente no había aceptado el acuerdo.
Por ejemplo, el subproducto del funcionamiento de una fábrica es la contaminación atmosférica. Sin embargo, los que pagan los efectos de esta contaminación suelen ser los municipios y los residentes cercanos, que tienen que sufragar los gastos sanitarios.
De hecho, la contaminación es una de las externalidades que la gente tiende a ver con más frecuencia.
Esta idea es la columna vertebral del protocolo de Kioto más recientemente, del acuerdo de París de 2015.
El trading de créditos de carbono pretende limitar la contaminación de las empresas concediéndoles créditos (cuotas). Las empresas que no alcancen ese límite también pueden optar por intercambiar sus créditos disponibles.
El objetivo del mercado es evitar la contaminación excesiva y al mismo tiempo, fomentar una fijación de precios del carbono eficiente.
El sistema pretende incentivar a las industrias y empresas para que reduzcan sus emisiones y promuevan una estrategia más sostenible para gestionar su impacto ambiental.
¿Cómo funcionan los créditos de carbono?
Los créditos de carbono son distribuidos a varios países por la plataforma de compensación de carbono de las Naciones Unidas basándose en estimaciones de las emisiones probables de cada país respectivo.
Una vez fijadas las cuotas, cada país puede distribuirlas a nivel nacional.
Las empresas reciben una determinada cantidad de créditos (tope de emisiones). Si contaminan menos del límite permitido, les quedarán créditos. A continuación, se les permite vender los créditos innecesarios a otra empresa que los necesite.
Esta idea concede a las empresas un doble incentivo para reducir las emisiones. En primer lugar, los contaminadores excesivos tienen que gastar dinero en créditos adicionales. Además, las empresas que reducen sus emisiones pueden ganar dinero vendiendo sus créditos sobrantes.
Los defensores del sistema de créditos de carbono afirman que conduce a reducciones de emisiones medibles y verificables a partir de proyectos certificados de acción por el clima y que estos proyectos reducen, eliminan o evitan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
En pocas palabras, la idea pretende castigar a las empresas que producen mucha contaminación aumentando sus gastos de funcionamiento y situándolas en desventaja competitiva, al tiempo que aporta beneficios económicos a las empresas respetuosas con el medio ambiente.
Cada crédito de carbono representa una tonelada métrica de emisiones de CO2 o gases equivalentes.
El precio de los créditos de carbono aumenta continuamente, por lo que puede encarecer la contaminación. Por ejemplo, el precio del carbono por derecho de emisión de la Unión Europea (EUA) oscilaba entre 3 y 7 euros aproximadamente justo después del lanzamiento, mientras que ahora supera los 100 euros.
Europa es pionera en el trading de créditos de carbono y cuenta con el marco más desarrollado.
¿Dónde se puede captar y operar créditos de carbono?
Los créditos de carbono adoptan distintas formas en función del acuerdo climático al que se adhieran, el emisor, el tipo de proyecto, etc.
Inicialmente, estas cuotas se operaban Over The Counter (OTC) fuera de los mercados regulados. Sin embargo, hoy ya estaban disponibles en varias cuasi bolsas.
El Intercontinental Exchange (ICE) también ha publicado su propio contrato oficial de futuros sobre créditos de carbono.
Se puede operar con créditos de carbono en numerosos sistemas de trading de emisiones con fijación previa de límites máximos implantados a escala regional, nacional o internacional. Algunas de ellas son:
Esquemas regionales/nacionales de trading de derechos de emisión
Varios países y regiones han establecido su propio sistema para regular las emisiones en sus territorios, como los derechos de emisión de la UE (EUA) para el sistema de trading de emisión de la Unión Europea.
Acuerdos y protocolos internacionales
Algunas iniciativas mundiales, como los créditos de reducción certificada de emisiones (CER) del protocolo de Kioto y el acuerdo de París, han facilitado el trading internacional de créditos de carbono entre las naciones participantes.
Mercados voluntarios de carbono
Aparte de los regímenes regulados, los mercados voluntarios de carbono y los intercambios P2P permiten a particulares y organizaciones compensar sus emisiones mediante la compra de créditos de carbono.
Proyectos de compensación de emisiones
Las organizaciones pueden participar en diferentes proyectos sostenibles que pueden ayudar a compensar las emisiones, como plantar árboles, financiar proyectos de energía limpia, etc.
Cuestiones prácticas del trading de derechos de emisión
Aunque en teoría parece plausible, en la práctica estas estimaciones de cuotas acaban siendo excesivamente generosas. Esto permite a la mayoría de las empresas cumplir sus objetivos de emisiones con relativa facilidad.
Cuando los países empezaron a hacer públicas las cifras sobre cuánto habían ahorrado y cuántos créditos les quedaban, se hizo evidente que el mercado estaba sesgado y que habría un excedente masivo de vendedores.
Como resultado, el mercado prácticamente no tenía liquidez.
La falta de compradores también hizo que el precio de la cuota fuera inestable, minando por completo el activo operable.
Otro fallo importante proviene del hecho de que cuando el trading de derechos de emisión es barato, las empresas están dispuestas a gastar un poco más para mantener o incluso aumentar sus emisiones.
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El futuro de los créditos de carbono
En teoría, los créditos de carbono pueden desempeñar un papel crucial en la consecución del objetivo global de reducción de emisiones.
Según un informe de Morgan Stanley, el mercado voluntario de créditos de carbono está en auge, con 3800 proyectos inscritos, prerregistrados o registrados y a la espera de la emisión de créditos. Se prevé que pase de unos $2000 millones de en 2022 a unos $100 000 millones en 2030 y unos $250 000 millones en 2050.
A partir de 2023, el precio del EUA operado en el Emissions Trading Scheme (ETS) de la Unión Europea se disparó a 100.34 euros.
A medida que el precio sigue subiendo, se pone de manifiesto la necesidad de que las empresas e industrias transiten hacia prácticas medioambientales más sostenibles para reducir sus emisiones de carbono.
Para concluir
La evolución del tading de créditos de carbono, desde sus inicios en el protocolo de Kioto hasta su progreso en el acuerdo de París, marca un paso importante en la lucha contra el cambio climático.
Aunque los diversos defectos del actual diseño y aplicación del trading de créditos de carbono han sido objeto de importantes críticas a lo largo de los años, pueden resolverse debidamente con las medidas adecuadas. Una vez que eso ocurra, el mecanismo podrá desempeñar un papel importante en el objetivo de reducir drásticamente las emisiones.